El poema es la máxima expresión del arte y así mismo la máxima expresión de libertad. Es por eso que decidí escribir dos poemas al pueblo saharaui.
Una luz brillante
Rompe con la inmensa obscuridad
En la noche del desierto;
Es la esperanza,
La esperanza de un pueblo
Cuyos corazones laten
Con la fuerza de un tambor de guerra
Y cuyas gargantas rugen por libertad.
Un gigante los asfixia bajo su terrible sombra,
Intenta aplastarlos bajo su infame pie;
Pero solo consigue hacer más grande la luz de su esperanza.
¡Oh! Glorioso pueblo de piel de bronce
Que incansable caminas sobre las arenas
Y que tras cada caída levantas el vuelo,
Te ofrezco mi corazón como morada,
Y mis manos como consuelo
Y mi garganta como tu voz para clamar por libertad.
Es tu corazón como un faro de esperanza
Que ni el fuego, ni las armas, ni el odio podrán extinguir.
Tu esperanza es como una luz
En las obscuras noches del desierto,
Y tus dulces sonrisas de perla
Y tus ojos grandes de mirada profunda
La mayor riqueza y el mejor regalo que se puede recibir de ti.
Caminemos juntos por la libertad
Y luchemos incansables contra el gigante,
La esperanza es el origen de toda victoria,
Y la esperanza es la luz de tu corazón.
Pueblo de piel de bronce
Te ofrezco mi corazón como morada,
Y mis manos como consuelo
Y mi garganta como tu voz para clamar por libertad.
Al pueblo Saharaui
Jugué con las nubes y me hablaron de ti
Que danzas bajo su sombra,
Que viajas cantando tras su vuelo;
Me hablaron de tu pueblo, los hijos de las nubes.
De tus versos tiernos y furiosos que tocan el alma
De tus lagrimas que caen como la lluvia sobre la arena,
De tu libertad robada me hablaron las nubes.
Me hablaron de tus mujeres fuertes,
De sus sonrisas, perlas.
Tu desconsuelo y los oídos sordos a tus gritos
Y de los ojos que no quieren mirarte,
De la sangre que corre como rio,
Me dijeron que ni el fuego, ni las bombas, ni la tiranía,
Ni el odio extingue la luz de tu corazón,
Y que tu himno es solo una palabra: LIBERTAD.
Jugué con las nubes y me hablaron de su pueblo,
De sus hijos, de su llanto que parece no importar,
Me hablaron también de la infamia, del olvido
Y del infierno, y me hicieron llorar.
¡Oh! Glorioso pueblo de piel de bronce
Que incansable caminas sobre las arenas
Y que cada día levantas el vuelo
En busca de libertad mirando al horizonte,
Te ofrezco mi corazón como morada,
Y mis manos como consuelo
Y mi garganta como tu voz.
Christian López
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