Compartamos el té,
y comamos del mismo plato, en la tierra,
su patria propia,
de cada hermano Saharaui.
Corre un minuto su cuenta;
cantidad suficiente en segundos
para conjugar este verbo, la Vida,
y el adjetivo, ruleta del paradigma.
Máquina precisa son los días
orgullosos de su incertidumbre
porque cualquiera ignora dónde queda la carne fresca
al rato podrida, ornamentada con bisutería militar,
y galardones para cada bufonada.
No es el triunfo la regla del juego
para este reloj de actos profanos
ni cercenan ninguna lengua, Árabe o castilla,
engranando la muerte sin guadaña
sino esa maldita leucemia color olivo
coagulada de ambición
sobre arena robada.
Los hurtan para decapitar el tiempo
serviles mandatarios de complejas mafias;
quizá, porque sólo un imbécil justifica
este monstruo de dos cabezas,
una guerra de Nouakchott importada
y la otra marrueca.
Divididos con Franco dinero de occidente
levantan los ladrillos en la Sahara nación
los animales de rapiña
de noble convicción.
Mas es una minúscula fracción
la hora de hoy bajo sus pies;
la única fuerza de su voz sencilla
tejidas letras en la memoria para quienes la pierdan.
Estoy y somos todos la nación nuestra,
en esa propiedad de ruinas
se ha de levantar sobre los infames
esta República y Democrática,
la dignificación eterna.
Fabiola Estradiol Lullier (Poeta uruguaya)
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