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MIS FLORES DEL DESIERTO

Es el 10 de marzo y me encuentro en el balcón de un séptimo piso en Huesca. Un poblado de unas 50.000 personas. El cielo es claro y la luna brilla de manera especial, o quizá no es tan especial, tal vez lo especial es el momento, la compañía.

La luna se muestra majestuosa pero lejana. Tres personas. Dicen que cada cabeza es un mundo y yo estoy de acuerdo. Pero también creo que cada loco con su tema. El silencio predomina. Ni una sola voz se escucha. Los demás en el departamento duermen y a lo mejor es no hablar por aquello de incomodar. Ahora son las 4:30 de la madrugada y seguimos siendo tres personas, tres pensamientos, mientras una se ríe, la otra se muestra pensativa y a mí… a mi solo me queda recurrir a la melancolía.

El viento es muy frío, lo puedo sentir entumiendo mi rostro. El cielo es claro, las estrellas pareciera que están ahí mostrándose pero de manera tímida, y en la luna puede verse claramente el conejo. Por que aquí también se ve el conejo en la luna. Todo se asemeja pero no es lo mismo, ya no es igual.

El viento me recuerda las noches frías que pasé en el desierto. Esas maravillosas noches en que el viento calaba quizá los huesos, pero en realidad no importaba por que al final del día sabía que yo tenia un lugar seguro a donde llegar, un lugar cálido que borraría con infinita ternura y amor el frío o cualquier inclemencia del tiempo.

Pasará lo que pasará, en realidad “no pasa nada”. Al salir de mi jaima después de beber el té, bien podría dar una rápida mirada al paisaje y ahí frente a mis ojos podría observar la luna, las estrellas y el campamento 27 de febrero conjugándose en una bella y majestuosa armonía. El clima no importa por que siempre es bello, pase lo que pase, siempre es bello y cada mirada, cada detalle, cada sonido, es una enseñanza. Creo que cada grano de arena tiene algo que contar, seguro tiene algo que contar, algo que enseñar a esta mente, a este corazón, a estos ojos, a este espíritu por diversas situaciones incrédulo.

El problema es que no siempre tuve sensibilidad de escuchar, de observar, de abrir mente y corazón para que esas enseñanzas que la vida posee en si misma se grabaran en mi espíritu. Dicen que más vale tarde que nunca y es verdad. Ahora en verdad creo que el viento es un murmullo, creo que la luna nos observa y creo que las estrellas juguetean. Creo que el conejo allá en la luna, nos escucha y creo que si miras a luna y mandas un mensaje a esa persona especial sabrá transmitirlo, sabrá hacérselo sentir, en verdad lo creo.

Pero en Huesca el paisaje es urbano, tranquilo, pero urbano. Hay estrellas y hay luna. Pero las siento tan distantes, bellas y claras pero lejanas, no es lo mismo, la compañía es grata, pero si volteo miro una barda ya no esta mi jaima, me he ido. Ahora no tengo arena en mi cuerpo, el agua y el jabón la han devorado. Ya no es más. Mi ropa huele a jabón, mi pelo volvió a su estado natural, el de siempre, el de ciudad, y no me importa. Eso no era algo que extrañara en realidad, extraño a mi familia, mi jaima, mis niñas, extraño mi desierto, me doy cuenta de lo afortunada que soy por que yo tengo dos familias hermosas, tengo dos hogares.

Ahora estoy muy lejos de los dos y no se a cual extraño más, no se en este momento si prefiero cruzar el Atlántico y llegar a México o cruzar el Mediterráneo y llegar a mi desierto con mi familia y con mi ser especial. Pero en verdad, la segunda opción por el momento no existe. Pues la economía y eso de las visas lo impiden y también dicen que la intención es lo que cuenta y lo creo, aun lo creo. ahora la intención no ayuda mucho que digamos, me duele el espíritu, no se siente completo, siente añoranza, pero se alimenta con la idea de volver, deseos reprimidos y un poco de frustración , no siempre uno hace lo que quiere y la verdad es que esta libertad relativa en ocasiones asfixia ¿Como estar en varios sitios a la vez?. ¿A caso añorando uno, recordando otro y tatuándote a los dos en el ser mismo? Es una opción y creo que la tomo.

Una mirada cristalina, los ojos húmedos. Pero la tristeza se va, se aleja un poco al momento que acude a mí la ilusión del reencuentro. El tiempo marca la pauta: falta un año. Poco más o menos, pero falta mucho. Lo bueno es que también el tiempo es relativo ya que cada quien lleva el paso como mejor le convenga.

He decidido llevarlo dándole al tiempo su espacio. El recuerdo no se reduce a imágenes digitales aun cuando estas son de gran ayuda, no son tan necesarias, por que lo realmente valioso ya lo tengo dentro. Forma parte de mi y me siento feliz de tener dos familias y a mi parte incompleta. Tengo hermosos recuerdos de rostros sonrientes que me esperan por si algún día puedo regresar. Ahora solo siento la necesidad imperiosa de volver. Pero uno nunca sabe, lo que si es que, desde el punto en el que me encuentre en este cosmos, estaré latiendo, recordando y disfrutando todo lo bello que un día entre la arena aprendí a observar, escuchar , aprendí a sentir.

Pero hay algo que le debo al desierto y a toda su gente maravillosa, por que me sanaron, sanaron todo mi ser. La primera vez que fui en verdad sentí que iba al desierto, es decir, a la nada. Pero ahí, en medio de la arena encontré a unos seres humanos que me enseñaron que en realidad no existe la nada. Solo si uno mismo la crea y se esfuerza por vivir en ella, por que ahí en ese desierto, lo hay todo. Ese desierto es como la vida misma. Si lo ves infinito y caminas en él deseando conocer y aprender, en unos cuantos instantes te podrás dar cuenta de que ahí, como en la vida, la nada no existe. Que en esta vida no hay herida profunda o cicatriz dolorosa que no puedas sanar bebiendo el té amargo como la vida, dulce como el amor y suave como la muerte. La sed que llevas dentro se extingue, y así, entre sonrisas, conversaciones, gente magnifica, descubres la verdadera filosofía de la vida, descubres que eso de la nacionalidad en realidad no tiene definición. Descubres que si hay gente que viviendo en el exilio te enseña a amar, a amar en verdad con hechos, miradas y no solo con palabras. Es por que hay algo que en algún momento se nos fue, se nos escurrió de las manos, y decidimos que nuestra vida era complicada, pero en el desierto encuentras que ellos te lo dan todo, sin conocerte te brindan un lugar para dormir, para comer, te regalan una familia, te dan su tiempo, te dan su corazón, penetran en tu ser , te llenan de ilusiones, de amor y llenan tu alma de caricias tiernas, te hacen sensible, hacen que te quieras quedar con ellos por siempre por que encontraste que del otro lado de un gran océano tienes a una familia que te ama y que amas, por que encontraste a tu complemento, por que encontraste que allá, sí allá tan lejos esta la otra parte de todo tu ser, te complementa y viendo todo eso, recibiendo todo eso también te llenas de coraje y quieres gritar un ¡YA BASTA! ¡NECESITAMOS UN SAHARA LIBRE! Por que yo no quiero que mi familia saharaui siga en el exilio. Por que yo no quiero que mis hermanitas crezcan lejos de lo que les pertenece. Por que quiero verlas sonreír en su tierra, en su país, en su territorio. Por que no es posible que esto que se hace llamar humanidad siga permitiendo atropellos a los Derechos Fundamentales del hombre. Por que no soporto la idea de que la persona que amas algún día tenga que tomar un arma para defender algo que le pertenece. Por que no es posible que esas familias estén viviendo una separación forzada y dolorosa.

Admiro su fuerza, admiro su entereza, su lucha, admiro el amor que tienen hacia la vida, admiro enormemente esas sonrisas francas, admiro su paciencia.

Por ahora no hemos podido hacer mucho, por que en mi caso creo que no puedo ofrecer mucho, pero considero que seria importante que nos informemos de lo que sucede fuera de nuestro país. Por que al final y ya habando en términos generales es cierto, todos somos habitantes de este mundo, no se cual sea la función de las fronteras, pero considero que si permitimos que las fronteras nos sigan aislando de esta manera tan nefasta, si seguimos permitiendo el cerco informativo, los resultados serán nefastos y las consecuencias las pagaremos todos por que no estamos asumiendo nuestro verdadero papel, ya no como mexicanos, ni como americanos o como habitantes de este mundo. No estamos asumiendo nuestra verdadera función como seres humanos. Nunca perdamos la capacidad de sorprendernos ante el dolor humano, nunca perdamos nuestra esencia de ser.

Es muy doloroso separarte de quien amas, pero es agradable quedarte con la posibilidad de volver, pero créeme que nada se compara con cerrar los ojos y ver claramente a todas esas personas que ahora forman parte de ti sonriendo, créeme que nada se comprara con la maravillosa experiencia de haber encontrado estas bellísimas flores en medio del desierto, MIS FLORES DEL DESIERTO.


Para mi familia mexicana

Para mi familia saharaui, mamá Minetu, papá Hassana, mis hermanitas Fátima, Sukaina, Meiduna, Jalide, Hannan, Asisa.

Para Man Chagaf, Ahmed Mulay, Hawary Ahmed, Bachir, Daja.

Para el pueblo saharaui, toda mi admiración y gratitud.


Alma Najera Ubaldo

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